martes, 27 de julio de 2010

Miradas

Metro Coney Island-Downtown, NY


En la mirada de una mujer desconocida se puede leer el deseo pasado de hoja, apenas trasluciéndose por el envés del papel de arroz. Las sonrisas se ejercen a voluntad, pero el arte de mirar sin dejar ver que eres feliz o tienes miedo, es un reto que sólo está a la altura de algunos privilegiados manipuladores.

Porque la añoranza puede sorprenderte a medio vagón del metro y la envidia inunda cualquier iris sin quererlo. Nos medimos en segundos para disponernos a desear o desdeñar; clasificamos, morimos de sed o de asco. Unos ojos que persiguen una esquina rumbo a la sorpresa, son la cosa más terrible o pura que se pueda contemplar.

¿Y quién no cayó en la promesa que no leyó, sino que escribió en el otro cuando fue mirado? ¿Quién no ha entristecido, en la hora exultante del amor, con los ojos vacíos de la pérdida ajena? Y ante la mirada transparente de los niños, ¿quién no sucumbe a la fantasía de la esperanza?

Somos tan transparentes... ¡Pero tan malos lectores!

martes, 20 de julio de 2010

Llueve y yo en el mar


Llueve otra vez, en el mes en que nací yo y también mi hermano-cómplice, el Viento que usa lentes. Alguien que quiero dice/escribe la palabra "mar" y me regala el mismo segundo lejos del periférico, en donde hay un barandal y un banco, en donde los números de la suerte bailan despacito para no llegar antes de tiempo.

Mar, dice; mar, leo y ya no canto, estoy allá buscándo la arena y los cangrejitos que como yo, se esconden para que nadie los moleste. Cuando despierto estoy cerca del siguiente almacén, tengo que asumir la realidad, tomar un carrito con la dirección jodida y buscar los artículos de una lista que incluye aire comprimido, cinta gafer y maestro limpio... Sigo hasta el supermercado donde ya las piernas se me doblan y tengo que ponerme a jugar con las empleadas de salchichonería para recuperarme del desamparo, para no aniquilar tanto neón y plástico con la sonrisa...

Subo la parte de la carretera que me lleva a casa. Las nubes ciegan las crestas de los volcanes que no están tan lejos: no hay sol y por todas partes el asfalto se ha reventado recordándome que estamos en guerra. Las piedras se divierten con el desatino de los autos y el pequeño mundo de la esquina sigue inundando, obligándome a dar rodeos de hormiga por las callecitas sucias de este barrio.

Cuando al fin llego, recuerdo la razón por la que pintamos la casa de azul, rojo y amarillo. Fácil, para no llorar.

jueves, 15 de julio de 2010

Potencia

Para DR

Que está ahí, pudiendo ser o no ser. Escondido entre los pliegues de la ropa recién lavada, secada sin sol, lánguida, resistiéndose a no ser en la humedad. En el vapor de la cacerola que se confunde con el humo del cigarrillo, de noche mientras leo esperando a que las hierbas aromen la casa. Observo a los caracoles salir de entre las piedras y le rezo al vacío para no pisarlos cuando salga de madrugada, todavía soñando con la piel del Desconocido.

Así me lates hoy por debajo de la lengua, como la anestesia que necesité para dejar de ser niña, en sueños que no quiero recordar para que no se arruine la sorpresa de temblarte cuando te vea por fin y acabemos con este ser potencia infinita. Darle un golpe contundente al azar y empezar a ser, a ver, a hablar. Darle carne a lo imaginado es violento. A veces, también, inevitable.

domingo, 11 de julio de 2010

Lluvia de palabras

Apenas se cerró la puerta supe y pude recobrar el norte de los ojos que miran como si no hubiera nada más sobre la tierra para respirar. Llovía afuera y mi sombrero seguía dando tumbos por el centro del mundo. Ya nada más dependía de la fuerza de mis piernas, de la capacidad de la sonrisa para sostener un encuentro, para descontarle las horas a la historia y tejer palabras sobre el humo, deliciosos discursos incoherentes o arquitectónicamente razonados.

Reír la lluvia, soñarla en justicia siendo el mar, aplaudir ante el desastre del reblandecimiento de esta ciudad que hace mucho no navega pero que extraña la guerra y revienta como puede para despertar a los sonámbulos.

viernes, 2 de julio de 2010

Punto de inflexión

La vida deja de ser un camino y me quedo de pie al borde de las realidades posibles, buscando una curva imaginaria, un océano que sea tierra líquida entre islas, unos ojos que me hagan escribir poemas sobre otras geografías. Las tentaciones en estos días se retrasan voluntariamente, los besos se prolongan en la imaginación, en una voz al otro lado del teléfono, una palabra interpretada: boletos hipotéticos hacia otras identidades, en las que yo no soy yo ni el mundo es esta mezcla de ruidos y rincones tras los que siempre encuentro a mis pocos, queridos, extraños amigos.

Ya no creo en las señales pero siento la delicada violencia de la insinuación. Casi no necesito decidir, hacer, ir; se me va la tarde soñando, ensayando falsos recuerdos contados a mis nietos inexistentes. Respiro la voz de los amantes que no conozco, a cuyas espaldas dormiré tranquila. Invoco al viento, que entre las montañas debe decir cosas más ciertas.