domingo, 11 de julio de 2010

Lluvia de palabras

Apenas se cerró la puerta supe y pude recobrar el norte de los ojos que miran como si no hubiera nada más sobre la tierra para respirar. Llovía afuera y mi sombrero seguía dando tumbos por el centro del mundo. Ya nada más dependía de la fuerza de mis piernas, de la capacidad de la sonrisa para sostener un encuentro, para descontarle las horas a la historia y tejer palabras sobre el humo, deliciosos discursos incoherentes o arquitectónicamente razonados.

Reír la lluvia, soñarla en justicia siendo el mar, aplaudir ante el desastre del reblandecimiento de esta ciudad que hace mucho no navega pero que extraña la guerra y revienta como puede para despertar a los sonámbulos.

1 comentario:

Señorita Lu dijo...

Cada vez que llueve y miro los edificios pararecen otros