domingo, 31 de enero de 2010

Ñoquis


Salsa blanca, salsa roja, tenedores para darle forma a la pasta. Un padre autoritario y amoroso, una pequeña que quiere a todos, sin discriminar. Músicos como niños, como hombres, como filósofos improvisados. Mujeres sin destino, sin noche posible, sin finales a la vista, como debe ser.

La luz amarillenta y el queso derretido en minutos que se vuelven horas que se tornan en relato. Los recuerdos, querida, y las posibilidades nos aguardan mientras sirves generosa, sacamos los billetes, las monedas, los ponemos debajo del plato y reímos.

Los sin compromiso, sin responsabilidades que no sean propias, los que existen, esos somos. Felices de cocinar, de enseñar y aprender, de lavar charolas y escuchar música, mirar a los chicos marcharse a perseguir la noche y quedarse en la silla, dejando que el sopor invada el cuerpo, traiga el sueño y el futuro.

Tan fácil es a veces estar vivo.

miércoles, 27 de enero de 2010

Hombres


No existe tal cosa como el hombre, sino muchos hombres que viven el temor o la risa.

Algunos ostentan la seguridad del juego, los he visto, confiados, hacer suyo cualquier camino que pisan; otros se esconden en cuevas, alimentando un odio secreto por las luces, describiendo espirales de palabras al oído de una dama, en el hueco de la almohada, sobre las hojas en blanco manchadas de vino.

Y sopesan la ganancia, cada vez que observan la curva deseada: hablan la lengua de los peces, transparente y refractante. Definen el mundo a conveniencia y flotan en la soledad, soñando, descubriendo más fantasías por experimentar.

Poseer a un hombre está prohibido, so pena de convertirlo en un idiota. Esos que descubren y enamoran, que se pierden en el tráfico y permanecen como el recuerdo difuso de las noches de sorpresa, no pertenecen mas que a sí mismos.

sábado, 16 de enero de 2010

Claridad

El cielo se pone claro sólo para que no olvides a las montañas que rodean tu casa, tu barrio y el punto cardinal que te sostiene del mapa. Están allí desde antes que las palabras, observando con paciencia cómo tus padres y tus abuelos construían caseríos a la vera del agua, convirtiéndolos en pueblos, allanando lentamente los caminos para unirlos y terminar escondiéndolos, como todo lo que ya no es hoy, detrás de grandes almacenes y avenidas ruidosas.

Vino el viento a barrer todo para que te dieras cuenta: sigues siendo tan pequeño como antes, morirás y los árboles bailarán al ritmo de las corrientes; las nubes ocultarán el azul y lloverá, caerá agua hasta que desaparezcan tus miradas, tus recuerdos y hasta las letras grabadas sobre el mármol de tu tumba.

Y es que, aunque no lo quieras ver, la fuerza indetenible no pertenecen al orden de lo humano.

miércoles, 13 de enero de 2010

Gorriones

Esta ciudad no es un buen lugar para vivir, estoy de acuerdo. Para escuchar la voz de los pájaros y sorprender a las ratas cruzando el caminito del parque tenemos que esquivar las avenidas y refugiarnos en los cafés de todos. Esto no se parece a nuestro restaurante de chinos pero hace las veces para el recuerdo. La mesera aburrida te hace la concesión de una sonrisa porque tampoco eres de aquí; la sopa de fideos transparente te la bebes entera mirándome la boca y ríes, porque no puedo seguir comiendo.

Miras una hoja y paramos el tráfico para tomar fotos, mientras me platicas porqué los gorriones se extinguen en tu país (no pueden hacer sus casas en los intersticios de los edificios, todo está demasiado bien aislado y sellado). Pienso, en esta ciudad nunca se acabarán los gorriones, dando saltitos, comiendo migajas de galletas y anidando en la oscuridad que divide una propiedad de otra. Esta es la ciudad de los rincones y los nuestros han desaparecido. Pero no la capacidad para crear nuevos.

Somos ese tipo de ave parda que sobrevive a todo menos al orden.





domingo, 10 de enero de 2010

Un momento de reposo

Detente, que los días no me alcanzan para dibujar la cara de este tiempo. Para un poco, siéntate conmigo sin hablar, sólo respira aligerando el correr de la sangre. Deja de buscar aquellas cosas que tan sólo pueden inventarse u olvidarse.

Ya son años y las décadas se apilan en la conciencia; se es quizá en demasiadas historias y hace falta un momento de reposo.

Siéntate conmigo, viento y nube, sol de la rendija, delicado silbar de lo posible: mírame largamente salir de los encierros, brillar a través de los cristales, pasar por las tormentas y sonreír mientras miro venir, en el horizonte, las creaciones ignoradas del futuro.


Cuitzeo, Michoacán.