domingo, 25 de abril de 2010

¿Quién eres, Otro?


Siempre he necesitado de mi cuerpo para saber que existo. Todas estas voces que vienen de lejos y de cerca, en oleadas caprichosas, a veces distraídamente, muy pocas involucrando la boca o el corazón, me dan pistas pero no me dicen mucho. Reconozco el trabajo de las palabras y las ideas, pero no cambio ninguna por caminar al lado de otro y pasar tiempo con él, compartir las anécdotas y los acertijos del mundo, desmenuzar la tesitura de su voz y confirmar que es un ser real.

En las redes sociales, las listas del Messenger, la bandeja de entrada. Sí, están ahí, pero ¿qué tanto? Todo son pistas, voluntaria aparición y ocultamiento; posibilidad toda, promesas, ilusiones, mensajes tendidos sobre lo que se calla. No tengo remedio, necesito la mirada. Nada reemplaza esa fuerza, pocas cosas suplen el poder de nuestros ojos que se encuentran.

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