domingo, 18 de abril de 2010

Lágrimas de tinta verde



Yo no sé cómo mirarte, cómo hablar con tu fantasma o con tu cuerpo. Se me terminaron los salvoconductos para amarrar lazos en el otro, ya sólo reconozco la piel, las miradas, las caricias. Sin poder poner letra sobre letra me siento en esa mesa, la gente charla, el vino corre. Pido un tequila, blanco y sin aderezos como siempre, afilo la pluma que llora tinta verde, que no quiere capturar nada, que me insinúa con su tristeza que hoy tan sólo debo sentir.

La dejo llorar, ¿quién soy yo para curar la orfandad de la literatura? ¿Quién para ponerle nombre a los otros? Apenas me reconozco, tengo el cuerpo cambiado, la paz es un terreno desconocido. A ningún lugar tengo que ir, los besos son de los que apuestan el canto fluido de los labios, las acrobacias de la lengua, los secretitos fugaces de las intersecciones gozosas.

Pido la cuenta, apago el cigarro, le pongo la tapa a la pluma. quedan sus lágrimas que casi parecen hechas de la sangre de las piedras, sobre el mantel. Y me lanzo a buscarte, ahora que me he encontrado.

1 comentario:

Orujo dijo...

eso de la sangre de las piedras me hizo temblar...