domingo, 28 de marzo de 2010

Plantas


Ya no puedo ensayar razones para el mundo. Saber más es saber cada vez menos; las certezas, ilusiones desleídas por el tiempo. Miro de nuevo la filigrana de las jacarandas contra el sol de primavera, otra vez nuevas e inexplicables. Las plantas no tienen memoria de lo que han sido, constantemente florecen, dejan sus alfombras de color alucinante, regalan sus semillas y duermen el frío latiendo bajo la corteza endurecida.

Impresas en mis ramas -que son brazos- están las historias que me cambiaron los colores, que bloquearon el paso de la luz. Soy de esta tierra pero recuerdo bien los mundos desaparecidos. Ando, sí, pero tengo raíces que alcanzan el pasado remoto, lloran aún en las esquinas las muertes absurdas, se azoran en los encuentros sin designio, se consuelan en los besos sin promesa que ayudan a vivir.

Tan sólo por un rato, quisiera ser savia sin palabra, organismo que crece con el calor y el agua.

1 comentario:

Carlos dijo...

Tal vez entonces tengamos que imitar a las plantas y retoñar contra toda esperanza.

Un beso (florecido)