Hombres que ordenan el mundo en parcelas, con la magia de la línea uniendo puntos en una red que pesa sobre el mundo. Seres, hermosos seres, que apacientan las ideas y las realidades en tranquilos corrales conceptuales.
Hombres de brazos blancos y morenos, ojos azules o negros, bocas que besan o callan y que forman diagramas de árbol calculando, corrigiendo, coordinando, como si el mar fuera una serie de referencias y variables, como si la textura de las nubes estuviera sólo hecha de moléculas y espacio.
Hombres que crean un universo que se explica poco a poco, que no es sino teoría. Demiurgos, legisladores, terribles jueces, reconstructores de historias y personalidades, parcializadores profesionales, tan lejanos del abandono a la totalidad que en verdad es la vida.
Pero cuando suman a la idea sus manos, todo cobra sentido. La red se desploma, el mundo vuelve a ser un milagro. Obras sobre palabras. Amores antes que ideas.
Hombres de brazos blancos y morenos, ojos azules o negros, bocas que besan o callan y que forman diagramas de árbol calculando, corrigiendo, coordinando, como si el mar fuera una serie de referencias y variables, como si la textura de las nubes estuviera sólo hecha de moléculas y espacio.
Hombres que crean un universo que se explica poco a poco, que no es sino teoría. Demiurgos, legisladores, terribles jueces, reconstructores de historias y personalidades, parcializadores profesionales, tan lejanos del abandono a la totalidad que en verdad es la vida.
Pero cuando suman a la idea sus manos, todo cobra sentido. La red se desploma, el mundo vuelve a ser un milagro. Obras sobre palabras. Amores antes que ideas.
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