En la sombra de la noche, en el puente anónimo de este tiempo, bésame. Será como si el mundo no pudiera derrotar nuestra existencia, como si los sueños quebraran el concreto, amainara el hielo que respiramos y las plantas del asfalto fueran una verdad, tan irrebatible como la sonrisa que despliegas ante el mundo.
Suspendidos en el aire, metros arriba del vértigo del caucho, abraza este cuerpo adolorido. La confusión, esa vieja escuela de mis pavores, se ha vuelto un hogar tibio desde cuyas ventanas asomo para ver la transmutación de lo vulgar en polvo, el milagro de las bocas anónimas, la asombrosa construcción de la coherencia, esa niña estúpida y frágil que siempre miente.
Házme olvidar el nombre que me dio la vida, ayúdame a volar esquivando lo ordinario. Dame el tiempo del silencio para reescribir esta ciudad.
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