El cielo se pone claro sólo para que no olvides a las montañas que rodean tu casa, tu barrio y el punto cardinal que te sostiene del mapa. Están allí desde antes que las palabras, observando con paciencia cómo tus padres y tus abuelos construían caseríos a la vera del agua, convirtiéndolos en pueblos, allanando lentamente los caminos para unirlos y terminar escondiéndolos, como todo lo que ya no es hoy, detrás de grandes almacenes y avenidas ruidosas.
Vino el viento a barrer todo para que te dieras cuenta: sigues siendo tan pequeño como antes, morirás y los árboles bailarán al ritmo de las corrientes; las nubes ocultarán el azul y lloverá, caerá agua hasta que desaparezcan tus miradas, tus recuerdos y hasta las letras grabadas sobre el mármol de tu tumba.
Y es que, aunque no lo quieras ver, la fuerza indetenible no pertenecen al orden de lo humano.
Vino el viento a barrer todo para que te dieras cuenta: sigues siendo tan pequeño como antes, morirás y los árboles bailarán al ritmo de las corrientes; las nubes ocultarán el azul y lloverá, caerá agua hasta que desaparezcan tus miradas, tus recuerdos y hasta las letras grabadas sobre el mármol de tu tumba.
Y es que, aunque no lo quieras ver, la fuerza indetenible no pertenecen al orden de lo humano.
1 comentario:
Excelente texto. Me encantó.
Muy pero muy bien escrito.
Un abrazo.
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