Entre las farolas que se repiten a lo largo del malecón de ese lugar, como pequeñas oraciones que nadie escucha o puntos de referencia para el vacío, van los pájaros de mar que se capturan en la foto como manchas pero arden en los recuerdos como ráfagas: las gaviotas se posan sobre la arena a dormir sin preocuparse de la gente mansa de ciudad, que sólo va a la orilla del océano a mendigar un poco de sol y música, que devora los helados mientras ríe inevitablemente por el aire: la playa siempre es hermosa aunque sea esta, con sus vieja rueda del infortunio y sus patitos de hule amarillo que lastiman los ojos.
Felices, por el deshielo, los que conocen el invierno. Cantan y miran directamente en mis ojos, me convencen de los milagros de la tarde, no permiten que esta voz se vaya con el viento.
Felices, por el deshielo, los que conocen el invierno. Cantan y miran directamente en mis ojos, me convencen de los milagros de la tarde, no permiten que esta voz se vaya con el viento.
1 comentario:
Es preciosa la foto, un placer haberme pasado por tu espacio.
Saludos y un abrazo.
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