sábado, 15 de mayo de 2010

Sueños

Para variar amanecio lluvioso, el termómetro por fin debajo de los veinte grados. Soñé toda la noche con una muerte, tan real como terrible. No sólo viví la enfermedad y la agonía, la lenta extinción que congela, sino que además buscaba en el cementerio las cenizas en un sobre, entre cajas enormes de archivo muerto que contenían las historias y los huesos pulverizados de cientos de personas, ordenadas por fecha de deceso. Lloraba y las lágrimas me quemaban la garganta, no podía hablar y comprendía lo irremediable, la violencia de lo definitivo.

Desperté de nuevo enojada porque mi cuerpo se cree los sueños y tengo los ojos hinchados, las piernas cansadas de tanto caminar sobre el mármol, los brazos adoloridos por los nervios crispados. Me tengo que quedar en la cama para recordar que no pasa nada, que llovió por la noche, que el sol va poco a poco apoderándose otra vez del tiempo y es sábado, tengo mucho qué leer y nadie que yo conozca ha muerto.

Sin embargo lo sentí y al lavarme la cara, veo todavía en la esquina de mis ojos un pequeño rastro de terror...

1 comentario:

Dark Romanticism dijo...

de sueños y otras cosas...
donde la realidad se vuelve una ficcion que adormece los sentidos que revive los latidos...