martes, 26 de junio de 2012

Un bosque

Entro en la sombra, busco la presa imaginaria, comienzo a correr. Persigo la silueta del verano que estampa de hojas la piel de los animales, acelero para convertir los árboles en una secuencia que pierda la unidad.

El calor aumenta y los músculos se dibujan en sudor; hay otros que se cruzan en mi camino, pero apenas son miradas que se oyen de paso. Sostengo el ritmo, soy la orden de búsqueda, sigo mis ojos, escucho su voz.


Me pierdo entre los árboles. La llama que soy por dentro iguala al calor del viento, el sol dibuja mi contorno pero he dejado atrás mi nombre, las cicatrices y el tiempo.  


Termina la canción. Dejo de correr. Regreso, sonriendo, a casa.


martes, 12 de junio de 2012

En el parque

Aquella tarde los palacios de cristal y los quioscos del siglo XIX temblaron con los hilos del aire. Los árboles dijeron esas palabras de follaje reservadas para los momentos más importantes de una historia que ignoramos. Los paseantes, en los botes de remos del estanque, sintieron frío aunque el sol tenía intenciones de seguir sobre la ciudad hasta las diez de la noche. Junto al agua, la  estatua del rey tembló en su columna: miró hacia abajo, buscando a sus leones de bronce y sus diosas de piedra para que le recordaran su antigua grandeza. Y es que, por un rato, solamente existió el cielo.