lunes, 30 de agosto de 2010

Resquebrajadura

Abrir la boca y decir lo que se siente, sin pensar. Usar la noche y la música, reír y bailar, apoyarse en unos brazos que tiemblan con las palabras. Una casa vieja, la casa de alguien más, para desbaratar el nudo de las pretensiones y dar el paso delicado de lo perfecto a lo real.

Un estremecimiento que termina de madrugada, una concesión a lo que es, un recomenzar las historias que se cruzan, siempre mirándose apenas, y percibir la inminencia salada del llorar. Sacar las lágrimas empujando con los huesos más pequeños, ablandarse poco a poco hasta ser bestia sin voz otra vez, dejar ir la furia de todos los hubiera y caer rendido por hacer lo que no se quiere, lo que se debe, lo inevitable.

Ser a la mañana frágil y nuevo, expuesto sin remedio al sol y al tiempo. Y saber que es solamente una fracción de ángulo la que ha cambiado en la mirada, una sombra menos, un secreto más ganado al miedo, un trabajo tan arduo que no queda más que dormir por dentro para seguir viviendo.


jueves, 19 de agosto de 2010

Women are heroes





¿Qué es ser héroe? ¿Qué significa ser una mujer y ser heroica? Quizás nada más que levantarse de la cama cada día y bastarse a sí misma; reconocerse las fronteras y los tiempos para respirar; subirse al ritmo del mundo, creer sabiendo descreer, estar lista para decir adiós, para saludar a lo nuevo, para reflejarse en cada par de ojos y no salir asustada de lo que encuentra en ellos.

Hay mujeres que se enclaustran para trabajar en sus proyectos secretos o públicos: galletas dulces, café y hojitas verdes que van creciendo a la par de las puertas y ventanas esbozadas en color de cera. Hay otras que conocen el tiempo de oficina y lo llenan de música o pequeñas palabras de amor dichas en línea, para no olvidar que alguna vez sus abuelas cosieron en los portales de las casas y amamantaron a sus hijos de la mañana al atardecer, sin tener que sostener ninguna otra realidad que la del hogar.

Hay mujeres vulgares, con sólo una idea mediocre entre las piernas. Hay mujeres feas, transparentes y débiles, que se rinden al primer golpe de silencio. Las hay que ni siquiera existen, tan disminuidas por el miedo de no ser, ironía, y que es lo que son. Mujeres de pan que se disuelven en el café, mujeres de sudor que caen extenuadas al amanecer creyéndose cualquier embuste de la noche.

Hoy fui una mujer a la luz de una vela que no reconocía su propio cuerpo de madrugada, jugando con las sombras alargadas y midiéndole el tiempo en versos al azul que rompía en alba.

viernes, 13 de agosto de 2010

Sangre paralela

Irse del otro es fácil. Sólo toma el esfuerzo necesario para comprender la razón y luego caminar tranquilamente hacia la salida, fumando y pensando que así es esta especie voluble y cruel. Sólo la primera separación duele, tanto que vale por todas las que le seguirán, pues es el quiebre permanente de la ilusión que entraña el "siempre". Abandonar al otro es como beber agua. Un giro mental en el que lo despojas de sus nombres y atributos; una decisión definitiva, la de desencadenar una tormenta que se vivirá por separado, cada quien sus truenos y sus gotas frías.

Decir adiós es simple. Sólo hace falta decirlo y volverse a mirar en el espejo. Hasta las lágrimas, con el tiempo, se van domando y lo que arde sobre las mejillas ya nada más es el vacío.

Pero la sangre paralela que se aleja me deja sin fuerzas, sin recursos retóricos o prácticos. No pensé en ese adiós, no puedo sentirlo aunque exista. Teníamos que ser dos criaturas enfermas de soberbia en una guerra que se tiende sobre el silencio, después de ser capaces hasta de leernos la mente.

Te lloré. Ya no te lloro. El nudo en la garganta no se va y te extraño aún como el reflejo más fiel del conflicto secreto que guía nuestras vidas. Demasiado atado a mi nombre está el tuyo como para creerme la mirada que desvías cuando nos encontramos por casualidad.

Ojalá todavía pudiera llorar, al menos podría disolver esta angustia de saberte, cada vez más para siempre, fuera de mi vida.

¿Y por qué esto sí es para siempre?

domingo, 1 de agosto de 2010

No existo



Para Annie Gil.

Bailar sobre el aire cálido del domingo sin atarse al color del propio cabello, a las uñas que crecen con el rumor imperceptible de la muerte que atrapa el polvo ese tan fino que se respira por las mañanas, cuando una rendija de luz acaba con el sueño de la piel contra la piel... No existo, dice Annie, tengo nueve años y soy lo que hay entre las páginas de un libro mientras se pasan las hojas...

Lo que fue es una materia sumamente flexible. Querer, recordar u omitir el detalle de unas manos que tejen lana de colores o la boca del deseo que canta, imprevisiblemente emocionada, es más una cuestión de creatividad que de experiencia. Pues se ha ido todo ya, como la vida de aquella criatura pequeña que llevaste a casa esperando a que pasara la noche y que exhaló en un demasiado tarde que era demasiado pronto.

Viene el amor, la ruptura de las querencias que no se remedia ni acariciando al mundo con la punta de la lengua. La música que inunda el aire y las caderas, se refleja en el espejo una vez más, de no se cuántas pero siempre la primera. Criaturas que fueron y quizás no serán, atrapadas entre lo manipulado y lo inexistente. Por eso siempre es posible que sea domingo, de sol o lluvia, doliéndose entero el hueso de la muñeca izquierda por el golpe recibido o abriendo bien grandes los ojos para llenarnos de todo lo que sentimos.

No existo, no existimos. Pero podemos ser.